El estudio, de publicación reciente, indica que el consumo del aceite protege la memoria y las habilidades para aprender, al tiempo que reduce la formación de las placas beta amiloides y los enredos neurofibrilares de la proteína tau en el cerebro, marca de fábrica del Alzheimer.
“Las células cerebrales de ratones alimentados con dietas enriquecidas con aceite de oliva extra virgen tienen niveles más altos de autofagia con la consecuente reducción de los niveles de las placas y las tau”, dice Pratico. Las proteínas tau son las responsables de esos olvillos o enredos neurofibrilares que se sospecha contribuyen a la disfunción de las células neuronales en el cerebro y que llevan a la pérdida de la memoria, uno de los síntomas del Alzheimer.
Muchos estudios previos han sugerido que el uso tan extendido del aceite de oliva en las dietas de las personas que viven alrededor del Mediterráneo sea el factor con mayor peso entre todos los grandes beneficios en la salud de quienes consumen a diario la ya famosa dieta mediterránea. “La idea es que el efecto benéfico del aceite de oliva puede ser mayor que el de las frutas y verduras, y que, como grasa vegetal no saturada es más saludable que las grasas animales saturadas”, según Pratico.
Para descubrir cuál es la relación entre el consumo del aceite y la demencia, Pratico y sus colegas utilizaron un modelo animal del Alzheimer ya bien establecido1. Conocido como un modelo transgénico triple, los animales desarrollan tres características claves de la enfermedad: problemas de memoria, las placas y los enredos tau.
Los investigadores dividieron a los animales en dos grupos, uno que recibió una dieta enriquecida con el aceite de oliva extra virgen y el grupo control que no lo tenía. El aceite fue introducido en la dieta cuando los ratones tenían seis meses de edad, antes que los síntomas de la enfermedad de Alzheimer aparecieran en el modelo animal.
Al inicio no se detectó diferencia alguna entre los dos grupos de animales. Sin embargo, entre los 9 y 12 meses, los ratones que habían recibido la dieta enriquecida con el aceite mostraron un comportamiento mejor, de forma considerable, cuando se sometieron a pruebas para evaluar la memoria de trabajo, la memoria espacial y las capacidades de aprendizaje.
Los estudios de tejido cerebral realizados en los dos grupos de animales revelaron diferencias dramáticas en la forma y función de las células nerviosas.
“Algo que produjo asombro inmediato fue el hallazgo de la integridad de las sinapsis”, dice Pratico. La integridad de las conexiones entre las neuronas, las sinapsis, estaban preservadas en las células de los animales que habían consumido cantidades extra del aceite de oliva. Además, comparados con los animales con una dieta común, las células neuronales de los primeros mostraron un incremento dramático en la activación de la autofagia con la consecuente disminución en los niveles de placas amiloide y de la tau.
“Es un resultado muy alentador para nosotros. Gracias al incremento de la autofagia, los animales, ya destinados a desarrollar la enfermedad de Alzheimer tuvieron los síntomas reducidos de manera notoria. Este es un descubrimiento muy importante, puesto que sospechamos que una reducción en la autofagia marca el comienzo de la enfermedad de Alzheimer”, elabora Pratico.
Practico y sus colegas planean una investigación próxima para indagar en los efectos de adicionar el aceite de oliva en la dieta de los mismos ratones cuando ya hayan desarrollado las placas y los enredos de proteínas. “Cuando una persona va a su médico por sospechas del desarrollo de una demencia, casi siempre los síntomas y la enfermedad ya están ahí. Queremos saber si el aceite de oliva añadido en un tiempo tardío podría parar o incluso revertir los síntomas de la enfermedad”, finaliza Pratico.
Para añadirle un poco de más optimismo a esta noticia, y si aún usted no está más que motivado para un consumo extra y cotidiano de aceite de oliva, un estudio recién salido del horno informa que es muy probable que el Alzheimer sea resultado de una inflamación, inflamación ocasionada por bacterias, virus, incluso hongos que han sido capaces de llegar al cerebro atravesando la casi infranqueable barrera sanguínea que lo protege. Y si es inflamación, podría pensarse en tratamientos con antibióticos o incluso, una vacuna.
No estamos tan lejos como pareciera de darle y volar el clavo que sostiene esa espada de Damocles. Sí, el cuerpo y el cerebro en particular envejecen y se resienten y dejan de funcionar a la perfección de los buenos años, pero qué mejor que envejecer disfrutando de los buenos recuerdos y no perdidos en el laberinto del olvido. Para ello están los científicos, especialistas en las mil ramas del conocimiento, afilando sus armas todos los días, cada vez más cerca, pisándole los talones a la enfermedad.
Fuente:. http://noticiasdelaciencia.com/
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